La pasada semana oí en la radio una tertulia a nivel nacional, y no pude estar mas de acuerdo con una de las opiniones que se daban allí. Decía el tertuliano, que no sabía por qué, pero en España la mayoría pretende hacer aquello que no puede saltándose las normas, y entonces decía estar harto del tipo que en una cola de coches, adelanta por la derecha, del que no puede fumar en un local y lo hace a escondidas,


Desgraciadamente, lo mismo pasa en política, aunque sea hablar por hablar de algo que todo el mundo entiende o cree entender, porque política es hacer algo por el bien de la mayoría de los ciudadanos y sobre todo por los más necesitados. El político ha dejado claro en los últimos años que no es así, que se rige por el enriquecimiento personal o el de las personas que le rodean y afines. Para ser un buen político, debe estar hecho con madera de apóstol, sin caer en la religiosidad que esta palabra encierra, pero si en una persona que tiene en su haber unos caudales que todos los ciudadanos le dejamos para que lo invierta en aquello que nos pueda hacer más felices y más iguales. Esa sería la satisfacción que se llevaría el político, sentir que ha hecho algo por la comunidad que le ha elegido.


Y es que, todos empezamos a estar harto mas que harto de este tipo de política que se presenta a diario, a nivel local, nacional e internacional. Pero empecemos por nosotros mismos, los que aparcamos en el reservado para minusválidos, el que fuma donde no debe, el que se salta la cola, etc. etc.

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