jueves, 20 de agosto de 2009

EL AVESTRUZ DE MI PADRE EN ARRECIFE

EL AVESTRUZ DE MI PADRE.

Me cuenta mi padre, que mi abuelo Juan Fuentes, en uno de los viajes como patrón de barco y cuando aún no era delito pescar en las aguas que rodean estas islas abandonadas a la suerte de los gobernantes incapaces, y cerca de la costa africana, se trajo para Arrecife un avestruz.
Juan Fuentes, mi abuelo paterno.
¡Que hazaña!, pienso ahora, el de esos marinos en traerse semejante animal que puede alcanzar de dos a dos metros y medio de altura, y pesar unos ciento cuarenta kilos, en un barco en el que seguramente no había suficiente hueco, además de las consecuencias que podían haber sucedido en una mar que en ocasiones se pone brava.
El avestruz no era adulto, así que seguramente mediría un metro y medio y vino en la “Juana Hernández”, propiedad de D. Tomás Toledo con 20 marinos a bordo y que realizaba 3 viajes al año, porque éste era un barco algo más grande que otros. Esta osadía, también se había manifestado embarcando de las cosas africanas, a varios camellos que permanecían tullidos en la cubierta del barco hasta llegar a tierras conejeras.
Corredor a lomo de un avestruz

En definitiva, dicho avestruz fue montado por mi padre que a su lomo corría como una bala por el muelle chico para asombro de los que transitaban por allí, y es que esta ave, la más grande de su especie, llega alcanzar 60 km a la hora, y el animal dormía en un solar de la Calle Real propiedad de una tía abuela suya,
Dª Teodora Pérez, tía abuela de mi padre

Dª Teodora Pérez, tía de mi abuela Manuela, que estaba casada con el conocido Juan Prim, apodo que le pusieron porque a lomos de un caballo pareciese aquel general español tan revolucionario y controvertido en la historia española, y que recorría parte de la geografía insular llevando cartas y recados a destinatarios. Dª Teodora Pérez regentaba el conocido y afamado kiosco de la música que se alzaba en el nuevo parque, al que llamamos Parque Viejo y ahora Parque José Ramírez Cerdá. Mi abuela Manuela, su tío Juan Prim, su tía Teodora y la sobrina de su tío, Petra

Juan Prim, le hizo una silla de montar donde mi padre rondando los 17 años, montaba en él mientras el avestruz corría hacia el Muelle de Las Cebollas y al llegar a la punta, se paraba, decían que por el miedo al agua, entonces daba la vuelta y volvía hasta la Calle Real.
El famoso kiosko en el Muelle de las Cebollas
La verdad es que, para una isla como esta con pocos recursos y profesionales que supieran sobre ciertos animales, no pudieron salvarle la vida al pobre avestruz que un día resbaló cerca del Castillo San Gabriel y al poco murió, aquel que con tanta destreza corría de un lado a otro, y que seguro dejaba a la gente boquiabierta mirando a un ser tan raro para una isla como Lanzarote.
A mí de pequeño, me parecía raro y fascinante pensar en el avestruz como animal que pudiese ser montado como un caballo o un burro. Luego la realidad demuestra que los avestruces son animales que soportan peso y aunque son difíciles de domesticar, sirvieron para llevar carros con personas. Esa es la historia del que seguro fue el primer avestruz que pisó la isla hace aproximadamente 60 años.

2 comentarios:

Tina dijo...

Que buen rato he pasado con esta historia, de lo que se entera una...Roberto ¿para cuando unas memorias? Besos

Anónimo dijo...

Jajaja, bueno no creas que me lo he pensado. Hay muchas historias que me han contado mis padres y tíos, y que no le he hecho mucho caso, pero ahora me resultan curiosas. Quien sabe... Gracias Cris.