miércoles, 12 de agosto de 2009

FIESTAS DE SAN GINES 2009

LAS FIESTAS DE SAN GINÉS, desde otra óptica.

Mucho se ha hablado de las Fiestas de San Ginés de Arrecife de Lanzarote, tantos son los recuerdos que la gente de Arrecife tiene, y se ven tan lejanas, que parece que lo de ahora no es lo que era. Eso suele suceder casi con todo, “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Posiblemente el momento que viven actualmente los jóvenes de catorce a dieciocho son para ellos las mejores fiestas, y esto lo recordarán al cabo de veinte años cuando dirán – esas si que eran unas fiestas dignas -. Y es que todo pasa por diferentes fases.
De lo que escribo algunas cosas tienen que ver con lo que oigo de mis padres, mis tías y sus primas, que son las mías también.
Las Fiestas de San Ginés, están declaradas de Interés Turístico Nacional, algo que no era muy frecuente y por tanto el galardón era considerado y de importancia. Quizás ese galardón se forjó, porque sin duda eran las fiestas más importantes de Lanzarote y porque en esos años, se incorporó una romería, que no era habitual, que dirigía D. Juan Brito, con camellos que llevaban en su joroba a las mises y reina de las fiestas, carrozas con motivos lanzaroteños, rondallas, ganados de cabra, y por supuesto ofrendas al Santo Patrón con los productos propios de la isla. En el verano de 1973 se celebró el certamen de Miss España en el Parque Viejo, hoy Parque José Ramírez Cerdá, y de la que resultó ganadora Amparo Muñoz que llegaría hasta conseguir el galardón de Miss Universo, incluso se presentó en este certamen, la vedette Norma Duval.
Recuerdo, que la Romería de San Ginés tenía un admirador incondicional que era el sol que radiaba a eso de la una del medio día por la Avenida Generalísimo Franco, hoy La Marina. El Santo Patrón San Ginés, era santo de pocas devociones, no eran muchos los milagros que se le conocía y por contra, algún cura de los de antes, prohibió durante años que se sacara el santo de la iglesia en respuesta a la decisión de no suspender los bailes tan afamados de San Ginés, donde decía, por entonces el cura, que eran bailes de libertinaje. Aunque las palabras de acusación y presagios que profirió el sacerdote de quemarse en el infierno a todo aquél que osase asistir a los bailes, no hicieron mella alguna a los que asistían a la misa vespertina en cuerpo pero no en pensamiento.
Arrecife, una ciudad castigada por la falta de recursos, alejada de cualquier diversión, sus gentes, preferirían quemarse en el infierno que antes perder la única diversión que durante un año esperaban, y que eran los bailes de las Fiestas de San Ginés, a cargo de las orquestas que venían desde Las Palmas.
Yo llegué a estrenar zapatos nuevos y ropa nueva en las Fiestas de San Ginés, y es que en estas fiestas, siempre se estrenaba y se mostraba. Los paseos por el antiguo muelle de la cebolla era una cita obligada para informar al resto, de lo que se estrenaba, de mostrar cuerpo, de mostrar novia, de mostrar lo que la gente quería ver. Los paseos eran muy largos, no porque la distancia fuera excesiva, sino por la cantidad de gente conocida que se encontraba en el paseo, amigos y conocidos que venían de otras islas o pueblos del interior y que se saludaban y hablaban de cómo les iba la vida dentro o fuera de Lanzarote.
Siempre recuerdo con cariño, un año en que esperando a que abrieran Los Cochitos Chocones (como denominábamos el lugar donde estaban todas las atracciones) me fui hasta la tómbola, allí miraba la cantidad de objetos que había en las estanterías, vasos con dibujos de barcos, muñecos, relojes, figuras de porcelana o escayola, balones, etc. iba comprando todo los días unos boletos que te salían una cantidad de puntos que luego canjeabas por algún objeto, claro, esto se solía hacer al final de las fiestas para acumular el mayor número de puntos posibles. Andaba de un lado a otro con los chicos, corriendo, intentando montarte en todo, administrando el dinero que me habían dado mis padres o mis tías. Así en ese ir y venir, se hizo de noche y al regresar a casa, mis padres salían para las fiestas con el carro donde llevaban a mi hermana. El carro eran de esos de antes, ruedas altas y caparazón, recuerdo que en mitad de las fiestas, donde el gentío era tal que apenas se podía caminar, a la altura del Hotel Mirarmar, mi padre, me subió al carro y me metió dentro con mi hermana que dormía plácidamente ajena a los ruidos de la gente, las sirenas de los cochitos chocones, el animador de la tómbola, los balines rompiendo palillos, la música canaria de las parrandas en los ventorrillos. De tal manera me encontré tan cómodo que veía a través de un plástico cerrado con cremallera todo ese gentío, por un momento me sentí como un ser invisible, disfrutando de todo pero sin cansancio, sin empujones, disfrutando del sueño que me vino al rato. Ese es uno de esos recuerdos imborrables.
Al cabo del tiempo, sin saber por qué, porque no tenía edad creo que para entender ciertas cosas, la romería de San Ginés desapareció, y entonces se convirtió en Ofrenda, más tarde desapareció la ofrenda y ya solo quedó en un acto religioso procesional. Para mi, que andaba cerca de las paredes de la Iglesia de San Ginés y de la Plaza, después de haber participado en grupos de música creados a la sombra del Colegio La Marina, conocía bien todo el estranque de las fiestas, pero vistas desde dentro de la parroquia. Tal fue así, que incluso un año, el periodista Guillermo Topham, al que recuerdo con mucho cariño, habló conmigo en la que era su cede, la mesa última de la Cafetería San Francisco en la Calle Real, y que publicaba con esa forma tan peculiar que tenía, para La Provincia, y en la que dedicaba una foto y artículo de nuestro pequeño grupo que cantaba en la misa de las Fiestas de San Ginés.
Hoy, como decía anteriormente, las fiestas son otra cosa, tendrá sus cosas buenas, pero desgraciadamente no hemos podido mantener la esencia de antaño. Lo peor que hemos hecho es dejar todo en mano de los políticos que se turnan cada dos años o cuatro y deciden en unas fiestas que no ven como suyas, lo peor es que no hemos sido capaces de formar un Patronado de las Fiestas de San Ginés, lo peor es que hemos consentido que se lleven las fiestas a ese lugar tan inhóspito alejado del centro al que llaman “recinto ferial”, lo peor de todo es que hemos dejado que hagan una remodelación del Parque Islas y no hayan hecho un escenario en condiciones para actos de las Fiestas de San Ginés, lo peor es que se han hecho tantas cosas y tantas remodelaciones que tenemos una ciudad que no vive las Fiestas de San Ginés, porque no está en las calles de la ciudad, porque se ha hecho una nueva ciudad de espaldas a contemplar la posibilidad de lo poco que nos queda de las Fiestas de San Ginés. Sería bueno replantearse las Fiestas de San Ginés, cierto que algunas actividades se requiere de un recinto como el actual, pero no para todo. Que se pongan en marcha una actividad cultura que se me antoja proponer varios edificios culturales emblemáticos como circuito cultural de exposiciones, conciertos, recitales, conferencias, en la Sociedad Democracia, Club Náutico de Arrecife, Sociedad Torrelavega, Casa del Miedo, El Almacén.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No sabía yo que el año que ganó Amparo Muñoz el certamen se celebró en Lanzarote. Desde luego que las fiestas han cambiado y no hay que remontarse a muchos años atrás. Veo que el recuerdo del carro será imborrable para tí, pues ya me lo habías contado. iR

Anónimo dijo...

Hace bastantes años de lo de Amparo Muñoz, y pensé que fue en las Fiestas de San Ginés, pero no, fue un poco después, en septiembre. Se montó el escenario en el Parque Viejo, y de eso si que me acuerdo. Gracias.

Anónimo dijo...

Mos vemos en el recinto infernal, porque mi niño, aquello es un infierno.jajaja