HARTO DE LA GENTE QUE NO CUMPLE SUS OBLIGACIONES CON LOS DEMÁS.
La pasada semana oí en la radio una tertulia a nivel nacional, y no pude estar mas de acuerdo con una de las opiniones que se daban allí. Decía el tertuliano, que no sabía por qué, pero en España la mayoría pretende hacer aquello que no puede saltándose las normas, y entonces decía estar harto del tipo que en una cola de coches, adelanta por la derecha, del que no puede fumar en un local y lo hace a escondidas, del listo que aparca en la zona reservada para minusválidos, de la que en la cola de la carnicería dice que se le perdió el número, del que pasa por la caja del supermercado con mas de diez productos alegando que los otros diez son de su mujer. Este incumplimiento de normas hace que cada día nuestro bienestar y tranquilidad se alteren con enfados.
Desgraciadamente, lo mismo pasa en política, aunque sea hablar por hablar de algo que todo el mundo entiende o cree entender, porque política es hacer algo por el bien de la mayoría de los ciudadanos y sobre todo por los más necesitados. El político ha dejado claro en los últimos años que no es así, que se rige por el enriquecimiento personal o el de las personas que le rodean y afines. Para ser un buen político, debe estar hecho con madera de apóstol, sin caer en la religiosidad que esta palabra encierra, pero si en una persona que tiene en su haber unos caudales que todos los ciudadanos le dejamos para que lo invierta en aquello que nos pueda hacer más felices y más iguales. Esa sería la satisfacción que se llevaría el político, sentir que ha hecho algo por la comunidad que le ha elegido. El artista lanzaroteño, César Manrique, del que muchos de nosotros conocimos y le oímos hablar en infinidad de ocasiones con palabras dichas de una forma metafórica y muy particular, presagiaba lo que podía ser Lanzarote en unos años según el camino que se eligiera. Aquellos que lo tacharon de alocado y fuera de lugar, quizás hoy vean la falta de esa persona vitalista y emprendedora, que un día dijo que las circunstancias podían obligarle a abandonar la isla para no ser partícipe del descalabro en la que se había sumido la gallina de los huevos de oro. No puedo imaginar como estaría si hubiese vivido hasta nuestros días y viese lo que se ha gestado hasta ahora, seguramente se hubiese ido de la isla como anunció entonces.
Y es que, todos empezamos a estar harto mas que harto de este tipo de política que se presenta a diario, a nivel local, nacional e internacional. Pero empecemos por nosotros mismos, los que aparcamos en el reservado para minusválidos, el que fuma donde no debe, el que se salta la cola, etc. etc. Estas actitudes egoístas han tenido en la sociedad golpes desastrosos en diferentes épocas: el diluvio, las plagas, las guerras. Esperemos no llegar a ellas como prueba de nuestra falta de entendimiento.
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